Patricio Varas Aguirre a sus 65 años de edad proyecta un aspecto algo hostil. En su piel lleva curtida las malas decisiones que lo afectan y lo acompañan a cada momento. Este adulto mayor, al cual le cuesta pronunciar palabras debido en parte a la pérdida casi total de su dentadura, vive actualmente en una toma del sector La Varilla. Aunque durante el día cuida autos en calle Los Carreras, casi al llegar a la Avenida Francisco, lugar donde lo encontramos en unos de los estacionamientos de dicha calle. Patricio nos comenta que al ser consumido por sus adicciones quedó abandonado por causa de su alcoholismo; y así en su propia vorágine lleva adicto al alcohol más de 23 años de su vida. Así fue como este hombre cayó en una depresión afectado por la separación de su esposa e hijo, a lo que sumó para su desgracia un grave accidente mientras trabajaba en un pub en la ciudad de Antofagasta. Tragedia que en su momento lo dejó postrado y luego con secuelas como movilidad reducida en parte de su cuerpo. Además, camina con dificulta porque estuvo sometido a posteriores operaciones e intervenciones médicas en gran parte de su cabeza. Aun recuerda que de ese mal momento a la fecha, ya son 11 años en que a través de la ayuda recibida de las profesionales que trabajan para del Programa Calle, él y otros en similares condiciones han logrado reducir el consumo de alcohol y mantenerse lucidos durante las horas de sol para salir adelante en la vida de una manera más digna.
Extrema pobreza cerca del río Elqui…
Similar situación afecta a Sonia Martínez y Luis Pizarro – una pareja que vive en extrema pobreza cerca de la ribera del río Elqui. Su hogar lo construyeron con material ligero. A ellos se les ubica diariamente cerca de los condominios que se encuentran camino Avenida Los Libertadores hacia el sector de Las Compañías. Aquí la precariedad contrasta no solo por la débil materialidad de la construcción de este improvisado espacio en el cual habitan estas dos personas respecto a los imponentes edificios del entorno; sino también porque su lugar lo hicieron suyo e incluso se distingue por una vetusta bandera chilena flameando al viento, la cual izaron en una rustica asta a modo de bienvenida y sentido de pertenencia con su humilde casa habitación. Por lo mismo, nos cuentan decidieron luchar en su proceso de intervención y poco a poco están volviendo a insertarse nuevamente a la sociedad. “Ellos saben entendernos y no nos miran como a unos estropajos sucios. Las tías del Programa Calle nos miran como personas y eso nosotros lo agradecemos y nos motiva”, agrega Luis que gracias a esta iniciativa, “logré limpiar mi papel de antecedentes, pude asistir a cursos donde me enseñaron a presentarme a mejorar mi desplante y lo más importante, logré conseguir un trabajo”. Mientras Sonia (su pareja) feliz nos comenta que “también logramos ahorrar para poder comprar un plasma, ahora vemos televisión por el cable, estamos mejor ahora (…) y estamos agradecidos por lo bien que se han portado con nosotros, sobre todo porque de primero yo no quería nada, no quería que me ayudarán”, recuerda con algo de vergüenza.
Para Valeria Mora, profesional social y gestora para el Programa Calle, una de las mayores dificultades que “hemos tenido para trabajar es primero el círculo social donde ellos se relacionan y donde siempre hay agentes externos que van a desmoronando sus logros, pero también hace lo mismo la sociedad en general. Por eso nuestro trabajo es que sean aceptados, sin embargo, los excluyen”, agrega que la gente en situación de calle necesita ayuda “debido a la soledad, vulnerabilidad, abandono, aislamiento social y sufrimiento que viven día a día en estas condiciones de baja escolaridad, problemas de alcohol y drogas, por lo mismo en su condición no son tan resilientes para salir adelante frente a las desgracias personales y adversidades”.
Por lo cual, tanto para Patricio Varas como para otros usuarios el cierre del Programa Calle, no les pareció una buena noticia. Ya que a pesar del agradecimiento que demostraron al recibir sus diplomas y caja con mercadería por cumplir con las metas del programa que los acogió para acercarlos a vivir mejores experiencia en temas como vinculación familiar, salud, vivienda y entorno, educación, trabajo y seguridad social. Y a pesar que en sus rostros llevaban puestas mascarillas para evitar posibles contagios de coronavirus, en sus ojos se asentaba la tristeza al reconocer que les afecta cortar el vínculo con las pocas personas de la sociedad que durante estos últimos dos años se atrevieron a ofrecerles una mano amiga para rescatarlos del frio y el peligro de las calles, pero sobre todo poder alejarlos del consumo de alcohol y pasta base.
“Esta iniciativa marca la diferencia en cuanto a la hora de término del acompañamiento, ellos ya se encuentren incluidos en nuestra sociedad considerando que se trabajó diversas dimensiones de su autoestima. Por ello, cabe señalar que el programa consiste en brindar acompañamiento especializado a personas en situación de calle. Para esto, cada persona es asistida por un equipo multidisciplinario de trabajadores sociales, psicólogos, entre otros, quienes realizan un trabajo integral en las áreas psicosocial y sociolaboral. Finalmente nuestra convocatoria 2018 - 2020, realizó acompañamiento a 42 personas en situación de calle, las cuales 15 de ellos han sido casos exitosos logrando para ello en algunos casos su revinculación familiar, volviendo a trabajos formales dependientes, tramitando sus pensiones de invalidez y vejez, los cuales lo han sacado de su situación calle debido al arriendo de algún lugar con mejores condiciones sanitarias para vivir, el cual lo pueden realizar gracias a los ingresos de adultos mayores a ELEAM, participantes con proyectos Fosis que se encuentra en ejecución y bonos de formalización del trabajo para 3 de nuestros usuarios, los cuales recibirán un beneficio monetario que se entrega por una sola vez a las personas que se encuentran activas en su proceso de acompañamiento sociolaboral (ASL). Este beneficio contempla un pago de $221.663, por lo tanto, el desempeño e importancia del Programa Calle en nuestro municipio ha sido relevante a la hora de terminar con la exclusión”, explicó Alejandra Gallardo, asistente social coordinadora Programa Calle Municipalidad de La Serena.